A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco fue un signo de esperanza, humildad y amor misericordioso para toda la Iglesia. Con su mirada atenta hacia los pobres, su llamado constante a la paz y la fraternidad, y su vida enraizada en el Evangelio, nos enseñó, con palabras y gestos concretos, que el amor es la esencia de la vida cristiana: un amor que se traduce en servicio, compasión y presencia junto a quienes más sufren.
Un Pontificado de Cercanía y Ternura
Desde su elección el 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco nos conquistó con su sencillez y cercanía. Nos enseñó que la ternura es una fuerza transformadora y que el Evangelio debe vivirse con alegría y coherencia. Su ejemplo nos inspiró a ser una Iglesia en salida, misionera, sensible al dolor del mundo y comprometida con la justicia y la paz.
Encuentros con las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús
A lo largo de los años, hemos tenido la gracia de vivir momentos especiales con el Santo Padre, que marcaron la historia de nuestra Congregación:
Las palabras del Santo Padre siempre nos impulsaron a reflexionar sobre cómo vivimos la dimensión de la reparación, que es propia de la espiritualidad del Corazón de Jesús y de nuestro Carisma, vivida profundamente por la Madre Clélia en su vida de Apóstol. Al reflexionar sobre las enseñanzas del pontificado del Papa Francisco, reconocemos que su magisterio fue un don para la Iglesia y muy significativo para nosotras, las Apóstoles, ya que nos permitió profundizar en la dimensión de la reparación. Destacamos en particular su exhortación Evangelii Gaudium, que nos habla con claridad de los diversos tipos de pobreza de la humanidad, y la encíclica Laudato si’, que nos llama a reparar el daño causado al medio ambiente.
Una Iglesia con el Corazón de Cristo
El Papa Francisco siempre demostró un profundo aprecio por la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús. En 2024, publicó la encíclica Dilexit nos (Nos amó), dedicada al amor humano y divino del Corazón de Jesús. En dicha encíclica, el Papa invita a los fieles a renovar su devoción auténtica, recordando que en el Corazón de Cristo “encontramos todo el Evangelio” y que “finalmente nos reconocemos y aprendemos a amar”. Estas palabras refuerzan la importancia de la espiritualidad que es central en el carisma de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, fortaleciendo aún más nuestra misión.
Con gratitud, reconocemos que el Papa Francisco fue un verdadero Apóstol del Corazón de Jesús: acogedor, cercano, orante y comprometido con los más frágiles. Nos inspiró a vivir con autenticidad nuestro carisma, colocando el Corazón de Jesús en el centro de nuestras vidas y acciones.
Nuestra Oración y Gratitud
Unidas en oración, damos gracias al Papa Francisco por su entrega generosa a la Iglesia y por su testimonio de fe viva. Pedimos al Señor que lo acoja en su infinita misericordia y le conceda el descanso eterno. Que María, Madre de la Iglesia, lo acompañe en la gloria del Cielo.
Con el corazón lleno de gratitud, reafirmamos nuestra comunión con el Papa Francisco y con toda la Iglesia, deseando ser, como él nos enseñó, portadoras de esperanza y misericordia en el mundo de hoy.
¡Descansa en paz, querido Pastor!