La Iglesia nos llama “para cuidar con amor de la vida familiar”. La familia, célula fundamental de la sociedad, “primera escuela de los valores humanos”, “ámbito de la primera socialización, porque es el primer lugar donde se aprende a colocarse delante al otro, vive actualmente una crisis cultural que la deja siempre más frágil.
En una sociedad donde el individualismo enflaquece los lazos interpersonales, la propia institución familiar corre el riesgo de parecer insignificante; nosotras Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, respetuosas y sensibles para con todos, realizan varias acciones para promover una pastoral familiar adecuada al nuestro tiempo y contribuye para la consolidación de la familia, según las indicaciones de la Iglesia.
La Familia GFASC tuvo su inicio en el año de 1994, en la Provincia de Paraná – Brasil, con la finalidad de formar una gran familia unida al Carisma de Madre Clélia y a la espiritualidad del Instituto de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, presente en Italia, Brasil, Estados Unidos, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Mozambique, Albania, Suiza, Taiwan, Benin y Filipinas.
La Gran Familia del Sagrado Corazón – “GFASC” – es una misión para la familia, con la principal tarea de consagrar la familia al Corazón de Jesús y de vivir con empeño la vida cristiana. Esta experiencia de camino en la espiritualidad y en el Carisma de Madre Clélia es dada a todos que desean conocer el Corazón de Jesús, amarlo y anunciarlo. Es ya para muchas familias y para muchas personas una luz y una esperanza de vida nueva. Para tantas pessoas uma Luz e uma Esperança de vida nova.
Pertenecer a la Gran Familia del Sagrado Corazón es vivir un programa de vida que envuelve toda la existencia. Es tener una fisonomía específica que lleva a testimoniar el amor al Corazón de Jesús en cualquier ambiente de la sociedad.
La Familia GFASC ofrece algunos medios para el crecimiento espiritual: Dirección Espiritual, Encuentro de Formación, de Oración, Cursos de Espiritualidad, Ejercicios Espirituales, Peregrinaciones, Momentos fraternos en nivel nacional e internacional, con la finalidad de profundizar el camino espiritual, carismático y fraterno.
Cada persona que participa del grupo GFASC se empeñará para realizar un apostolado, mismo que pequeño, como servicio a la Iglesia y al Instituto, según las posibilidades de cada uno; como diáconos permanentes, catequistas, ministros de Eucaristía, ayuda en las pastorales de la parroquia, en el servicio social, etc…
Los ancianos y enfermos del grupo, ejercitarán el apostolado ofreciendo al Corazón de Jesús sus oraciones y sus sacrificios. Estas personas forman parte de la gran Familia GFASC, de modo todo especial y serán llamadas a constituyeren el grupo “GFASC ORANTE”.
Somos llamados a ser cristianos convictos en seguir a Jesús, a su mensaje, a su doctrina, a su propuesta de unir a su Corazón para aprender DE Él a amar a Dios, nosotros mismas y u otros. Cuando Jesús entra en la vida de una persona, esta siente la urgencia de anunciar su buena nueva. El dinamismo apostólico nasce de dentro. Quien encuentra el tesoro del Evangelio, Jesús y su Corazón misericordioso, va, vende todo lo que tiene, porque quiere comprar el terreno adonde se esconde el tesoro.
Como los doce Apóstoles, como los cristianos de la Iglesia primitiva, los mártires, los confesores de la fe que daban testimonio de Jesús, hoy, la Gran familia del Sagrado Corazón es el grano de mostaza en continuo crecimiento, una pequeña semilla que lleva al mundo la ternura del corazón de Jesús.
La invitación para participar de la Gran Familia del Sagrado Corazón es dirigido a cada miembro de la familia: esposo, mujer, hijos; a toda persona que desea vivir los valores cristianos, consagrando la vida al Corazón de Jesús. Es una experiencia que inicia en la familia, dentro de la propia casa, en la realidad cotidiana, viviendo la caridad, el acogimiento, la escucha, el respecto, el perdón. A los pocos, los miembros de la familia estarán actuando animados por los sentimientos de Jesús.
Pertenecer a la Gran Familia del Sagrado Corazón no debe ser motivo para alejarnos de la parroquia, al revés, deberá ser un incentivo para ser parroquianos más envuelto en la acción pastoral de la Iglesia y testimoniar la fe en Jesús. “La fe se fortalece donándola” (Redemptoris Missio, 2).
Queremos, en la Familia GFASC, tornarnos personas que viven el Evangelio, como discípulos de Jesús, Apóstoles de su Reino. Jesús no es amado porque pocos lo conocen.
El Corazón de Jesús es un don de Dios a su Iglesia, a la humanidad. Todos nosotros podemos colaborar a fin de que, este don, se torne realidad en el corazón de cada persona y así, en la familia, en la sociedad, sea establecido el Reino de Jesús, Reino de Amor, de Verdad, de Vida, de Gracia y de Paz: la civilización del amor.
Seguir la vida de la caridad evangélica es nuestra tarea. Debemos amar unos a los otros como Jesús nos amó. Madre Clélia nos recuerda que “la caridad cristiana abraza todos, sin distinción a quien nos odia, nos ofende con palabras y con el modo de proceder”. Nos enseña alcanzarla: “Usa la caridad con una cara dulce y serena, con un aire afable, con palabras cordiales; usa la caridad indulgente, interpretando favorablemente todo cuanto se dice, perdonando siempre los otros mismo en prejuicio vuestro, a fin que la prudencia lo permita” (Antología, 3.2; Mg.,II, p. 107).