Nuestra Historia

El Instituto de las Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús (ASCJ), fue fundado en 30 de mayo de 1894, en Viareggio Lucca – Italia, por madre Clelia Merloni. Fue canónicamente erigida por Monseñor Juan Bautista Scalabrini en Piacenza, en 1900. Obtuvo la aprobación definitiva cuatro meses después de la muerte de la Madre Fundadora.

La Madre Fundadora escuchando las inspiraciones del Corazón de Jesús, quiso que las Hermanas pertenecientes a este Instituto se llamaran “Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús”. Siguiendo el ejemplo de los Apóstoles, sus miembros se comprometen a seguir de modo radical a Cristo, que vino al mundo para revelar el amor misericordioso del Padre, reparar el pecado de la humanidad y reconducirlo a él.

Foto com todas as irmas.

En 1900 y 1902, en un acto precursor de fe, pasión y osadía, las Apóstoles llegaran a Brasil y a Estados Unidos, respectivamente. La llegada de las Apóstoles favoreció una etapa de floreciente expansión educativa y misionera de la Congregación, además de la consolidación de su carisma en el mundo.

En respuesta a las necesidades de la iglesia y a las señales de los tiempos, el carisma de Madre Clelia se hace presente en 16 países: Italia, Brasil, Estados Unidos, Suiza, Argentina, Chile, Albania, Mozambique, Uruguay, Paraguay, Perú, Benín, Haití, Irlanda, Ghana y Portugal.

Las hijas de Madre Clelia son llamadas a ser en el mundo y para el mundo la presencia del Corazón tierno y misericordioso de Jesús, que ama, acoge y se pone al servicio del hermano que sufre. Su misión se desarrolla en el área de la Educación, Salud, Servicio de Pastoral Diocesana, Promoción Humana y Social y Misión “ad extra”.

Bajo el lema “Caritas Christi Urget Nos”, las hermanas Apóstoles, a través de su servicio misionero, dan continuidad al sueño de Madre Clelia.

Imagem Brasão do IASCJ

EL ESCUDO DEL INSTITUTO DE LAS APÓSTOLES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El lema del Instituto - “Caritas Christi urget nos” (2 Cor 5,14) - es el elemento central del Carisma y divide el escudo en dos partes.

EL CARISMA

La parte superior es rica de simbolismo: el corazón traspasado, los rayos resplandecientes de color amarillo, la cruz sobre el fondo de las llamas de fuego que simbolizan la luz de Cristo Resucitado, que ha vencido la muerte. En la primera revelación Jesús dice a Santa Margarita María che su corazón está inflamado de amor por la humanidad de la que recibe solamente ingratitud. 

El corazón se presenta coronado de espinas para recordarnos la pasión de Aquel que ha amado y se ha dado a sí mismo por nosotros, hasta la última gota de sangre, que surge del corazón traspasado. 

La cruz sobre el corazón representa el triunfo y la grandeza del amor de Cristo por la humanidad. Es un amor ardiente, que no se consume: las llamas de fuego nos recuerdan aquellas de la zarza ardiente en Ex 3, 1-6. En la revelación de Dios en la zarza, Moisés no puede acercarse, más aún debe quitarse las sandalias. El amor revelado en Cristo se inclina para abrazar la miseria humana y enseñar al hombre a llamar a Dios con el nombre de Padre (cfr. Lc 15,20-24; Lc 11,1-4).    

La paloma blanca, che va a extraer el alimento de la herida del corazón abierto, simboliza a la Apóstol que va a extraer del Corazón de Cristo la fuerza y las inspiraciones para su misión. Se puede decir que toda la parte superior representa la vida interior y de oración de la Apóstol, que encuentra en el Corazón de Jesús la fuente de su vida espiritual y de su ser Apóstol del Amor (cfr. XV Capítulo Genera “Carisma y Misión”, 1992). Las gotas de sangre que emergen del corazón abierto son símbolo de la Eucaristía, “pan” cotidiano del que la Apóstol se alimenta para asemejarse a Cristo en el Amor que se dona por los otros. Nos recuerda también que la espiritualidad de Madre Clelia era profundamente eucarística: ella, “como un grano de trigo”, ofreció su vida para que el Instituto dedicado al Sagrado Corazón triunfara. Fue el Amor que rebosa del Corazón abierto que impulsó a Madre Clelia a lanzarse adelante hacia las hermanas y los hermanos necesitados de su tiempo. La Caridad, entonces era la motivación de toda su existencia, de su actuar, de su hablar y también de sus consejos escritos a sus hijas: “Ejercítense mucho en la caridad, en aquella caridad que debe ser la perla más resplandeciente que debe brillar en nuestro Instituto” (PM. 384).

LA MISIÓN

La parte inferior representa el mundo y la dimensión misionera y apostólica del Carisma de Madre Clelia. La Apóstol, impulsada por el Amor y en comunión con Cristo, va a anunciarlo. De hecho, después de seis años de la fundación del Instituto la Madre Fundadora envió las primeras Apóstoles misioneras a Brasil (1900) y a los Estados Unidos (1902). En el nombre Apóstol se encierra la dimensión misionera del Carisma; ser Apóstol como los Apóstoles (cfr. XV Capitulo General “Carisma y Misión”, 1992). La Madre nos exhorta en una de sus cartas: “Aprendamos a ser Apóstoles no solo de nombre, sino según el espíritu de los Apóstoles…” - (PM. 70).

 La barca simboliza a la Iglesia que navega en el mar del mundo para llevar el Evangelio a todas las personas. La paloma blanca es la Apóstol que, como misionera, enviada por la Iglesia, lleva la Buena Noticia de la esperanza y de la paz, representada por la rama de olivo que lleva en el pico. La ramita puede simbolizar el martirio de Cristo y la vida nueva que brota del Corazón traspasado. La Apóstol que se ha alimentado de la “Fuente de Amor”, que es la Eucaristía, es impulsada a transmitir la Caridad de Cristo, con la palabra y con la vida, a cada persona que hace parte de su historia y misión y a todo lugar donde la Providencia la envía.

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